Yo no debería querer escribir esto.

No debería tener ésta necesidad de escribir ésto.
Significaría que nada me removió el pecho.
Que todo sigue igual.
Y sigues con nosotros.

Pero tuvo que pasar.
Y tuviste que irte.
Podría haber sido cualquiera, o nadie... pero fuiste tú.
...
Me fastidia que sólo cuando ocurren las cosas, cuando algo nos falla, nos damos cuenta de lo importante que son las personas que nos rodean, y de lo poco que valoramos lo que tenemos.

Y de la importancia que le damos a cosas que no la tienen, mientras que damos por hecho, curiosamente, las que deberíamos atesorar.

Qué tarde reaccionamos.

Con cada pérdida en nuestras vidas, sufrimos un empujón, una bofetada... un impacto que nos vuelve a despertar. A recordarnos que en cualquier segundo, todo se tuerce.
¡Espabila! Mañana te querré igual, pero puede que mañana no llegues a saberlo.
...

Da las Gracias hoy, disfruta hoy.
Y mañana, vuelve a empezar.
Así hasta que se rompa el camino.
Y no haya más mañanas.

...
Cada uno de los que se van, me dejan una lección. Y ahora te tocó a ti.
Llegaste en un momento de mi vida muy concreto, y me ayudaste a avanzar en él, con tu humor y personalidad. Después tomamos caminos distintos, y lo que me aportaste se vino conmigo.
No habrá más risas. No habrá más bromas. Pero las que hubo, no se perderán.
Las tengo en mi retina; te las guardo hasta que nos volvamos a ver.

Ojalá no hubiera necesitado escribir esto.



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